El mundo del vino, desde siempre, ha sido una inagotable fuente de inspiración para poetas y escritores de todos los tiempos, y es por ello, que en infinidad de narraciones y poemas, este líquido elemento es el principal protagonista.
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En Zamora, zona vinícola por tradición, no pueden faltar los poetas que dediquen unos versos a su tierra y, cómo no, a su vino, los viñedos y la tradicional vendimia.
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Este es el caso de D. Ricardo Prieto, que con todo su arte y cariño, ha escrito este poema para alabar las bondades del vino y de su pueblo, Venialbo, situado a unos 25 km. de la capital zamorana, y nos lo ha enviado para que lo publiquemos.
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Muchas gracias, D. Ricardo.
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CANCIÓN AL DIOS BACO
Cómo palpita la vida tras mi ventana.
Cómo late la sangre en las arterias
del semáforo gris de la mañana.
Y qué riego infinito tras la esencia
del vino fuerte, nuevo, siento en mi alma
para ofrecer a los dioses la ofrenda
compartida y rica, de toda el ánima.
Este abrir de mis ojos al manantial
fecundo de la exultante gracia
del canto de las fiestas mundanas,
no pudiera sentirlo sin la dádiva
de un rojo caldo de sabor exquisito
Vino albo de mi tierra zamorana.
Dame, dios bacanal, fuerza y poder
para ver la luz del riego de mi ansia.
Sentirme partícipe en todo instante.
Formar parte del festín de tu mesa
abriendo el postigo de la ventana
de la memoria, ayudado por el vértigo
que me inunda con el trago controlado,
del néctar precioso, transustanciado,
de la mejor uva del mundo, sana
y oscura, tinta de un vino joven
de la juventud segunda, que en calma
prende la luz en mi cuerpo vencido,
y encandila otra luz nueva en mi alma.
Cómo palpita la vida tras mi ventana.
Cómo late mi sangre en la arteria
de este Venialbo mío, en mi mañana.
Autor: Ricardo Prieto Pérez
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