Entre los muchos libros antiguos que hablan de Toro, hay uno titulado «El Cristo de las Batallas ó la Batalla de Toro : Romance histórico», publicado en 1910 y cuyo autor es Adrián López Bruguera.
Todo el libro está escrito en forma de romance y, entre sus páginas, hay una parte que describe la ciudad de Toro, su Vega y la ermita del Cristo de las Batallas
Aquí tenéis esa parte del romance.
Ojalá os guste y disfrutéis con su lectura.
Dominando fértil vega
de frutales alfombrada,
donde la mies y la viña
su óptimo fruto entrelazan,
donde el Duero caudaloso,
como serpiente de plata,
a la sedienta llanura
da el tesoro de sus aguas,
la noble ciudad de Toro
en un cerro se levanta.
Toro, la ciudad insigne,
la de las Leyes tan sabias
que, a pesar de tantos siglos,
aún perduran y se acatan,
la que guarda entre sus muros
tradiciones veneradas,
la que de reyes es cuna
y de varones de fama,
la de los dulces racimos,
la de guindas renombradas,
la de riquísimos vinos,
que dan alegría al alma.
Tiene la vieja ciudad,
además de las citadas,
otra joya inestimable,
escondida en la maraña
de negrillos y de chopos,
y de álamos y de acacias.
Una antiquísima ermita,
que pobre y humilde se alza
tan cerca del manso Duero,
que el murmullo de sus aguas
confundido desde lejos,
con el son de las campanas,
asemeja misteriosa,
santísima plegaria,
que, del río y de la ermita,
hasta el cielo se levanta.
La imagen de un Santo Cristo
allí tiene su morada
y así, la ermita del Cristo
los toresanos la llaman.
Que la imagen es modesta
y sin gran arte trazada,
mejor, porque así no hay duda,
que al Cristo de las Batallas,
la devoción con que rezan
y la fé con que le aclaman
sus hijos los toresanos,
es tan sincera y cristiana
que no va mezclada en ella
ninguna idea bastarda.
Bien una fé tan sincera
merece imagen tan santa,
porque hace muchos milagros
y alivia muchas desgracias.
Así, de exvotos, de ofrendas
y de cuadros que relatan
los milagros que prodiga
por toda aquella comarca,
están llenos sus altares
y sus paredes cuajadas.
En tiempos en que la fé
no era, cual hoy, cosa rara,
la imagen del Santo Cristo,
a guisa de enseña Santa,
en las guerras con los moros,
fué a los combates llevada.
¡Cuántas veces en la lucha,
hizo inclinar la balanza,
dando gloriosa victoria
a la hueste toresana!
No habrá mejor capitán
que el Cristo de las Batallas.
Un romance muy bonito; Creo que ya no es aquella romería de hace bastantes años,¡¡que bien lo pasábamos. Os deseo a todod@s un feliz y animado día. Un abrazo Toresanos.