Nada más llegar a Toro, una de las primeras construcciones que nos llamará la atención, es la Torre del Reloj.
Su esbelta silueta se alza en el centro de la ciudad, al inicio de la calle Corredera, una de las principales arterias de Toro, y a pocos metros de la Plaza Mayor.
Esta popular torre y su reloj, llevan dando la hora a la ciudad desde mediados del siglo XVI, fecha en que se construyó.
Posteriormente, en el siglo XVIII, y durante el reinado de Felipe V, se realizaron modificaciones en su estructura original, que le otorgaron el aspecto con el que hoy la podemos ver, finalizando las obras en 1719.
También es conocida como «Arco del reloj», ya que se asienta sobre un pórtico con forma de «arco», que por aquel entonces era una de las puertas de la ciudad, en concreto, la conocida como «Puerta del mercado», llamada así porque daba salida al mercado que antiguamente tenía lugar en la contigua Plaza de Santa Marina.
Se trata de una torre de planta cuadrada y estilo barroco en la que se distinguen cuatro cuerpos claramente diferenciados:
1º – El arco de acceso.
2º – La capilla, ocupada por una imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
3º – El reloj.
4º – Una pequeña cúpula que remata el conjunto.
La historia de esta emblemática Torre del Reloj, está unida a una peculiar LEYENDA, según la cual, la argamasa que se utilizó para su construcción, se elaboró con vino en lugar de agua.
Esta curiosa anécdota, nos da una idea de la gran cantidad de vino que se producía en Toro por aquella época.
Tanto es así, que resultaba más económico utilizar el vino almacenado en las muchas bodegas repartidas por toda la ciudad, que subir el agua desde el río.
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